miércoles, 16 de marzo de 2011

Y de pronto...

Bicheando por el tuenti de una amiga, he visto que una amiga suya ha muerto con 27-28 años el día de su cumpleaños en un accidente de tráfico. Así, de pronto, y entonces me ha dado por pensar...si a mi me pasara eso. ya no importaría más el puñetero VW Golf, ni el dichoso Seat León, tampoco importarían más esas oposiciones que no me saqué, ni esos otros cinco kilómetros que no corrí, ni siquiera aquel filete que no comí, ya no importaría más conservar el trabajo a toda costa, ni limpiar el piso dos veces por semana, ni tener que levantarme otra mañana... entonces lo que importaría sería aquel café que no me tomé con mis amigos porque la mierda de trabajo me tenía agotado, el beso que no di por tener que madrugar otra vez, el te quiero que no dije porque me pilló cabreado conmigo mismo por mi situación, aquel aliento que no di porque no veía el mundo de otra manera por mi depresión a causa del trabajo, la vida y otros males...
Precisamente no importaría lo que hago a diario e importará lo que no hago casi nunca... creo que va siendo hora de que cambien las tornas...

1 comentario:

Javi dijo...

(Joer, ha petado esto y se me ha borrado el comentario, pero intento ponerlo de nuevo).

Decía que impacta mucho cuando se muere alguien de tu edad, y seguirá haciéndolo (ojalá) cuando tengamos 75 años. Hace unos meses murió también de accidente una excompañera de clase en Informática, y me hizo darle muchas vueltas a la cabeza durante un tiempo.

La verdad muchas personas se proponen pensar sólo en "lo que realmente importa", aunque es verdad que nuestra cruel naturaleza nos hace olvidarlo al cabo del tiempo, haciéndonos pensar sólo en las cosas rutinarias que no importan, pero que nos valen para "ir tirando".

En todo caso, sí que es un buen comienzo el intentarlo. Yo lo que propondría es intentar que en cada cosa que hagamos, sea la que más feliz posible nos hace (y eso incluye hacer feliz a los demás). Y también más usar la ropa "de los domingos", el mantel bueno que jamás hemos usado, y la colonia de las ocasiones cuando nos apetezca, porque quién sabe si esta oportunidad o esta ocasión es la última.

Eso sí, no podemos obsesionarnos, porque cuando tengamos que irnos, siempre habremos dejado cosas por hacer, te quieros que decir y cafés que tomar.

PD: Me ha quedado un mensaje bastante peor, cosas de la memoria. De todas formas, yo y muchas personas de nuestra edad nos sentimos muy identificados con este post. El primero que encuentre la cura, que lo publique en su blog, por favor.