lunes, 4 de octubre de 2010

Fuga de cerebros

Leía en el País una noticia (sí, leo el País, 20minutos, ABC, La Gaceta y en ocasiones Público y el Mundo, me gusta estar informado), mejor dicho en una carta de "historias de los lectores", donde hacía un análisis de lo que el estado había invertido en esta persona y se quejaba de que ahora que es productivo/a su estado no quiere recuperar esa inversión, os copio y pego aquí la carta:

Estudié toda mi vida con becas. Eso, dicho así, parece una frase hecha, pero no. Estudié toda mi vida con becas, que significan -entre otras cosas- dinero de todos los contribuyentes. Con 14 años, el estado empezó a pagarme 14.000 pesetas anuales a modo de beca para materiales. Tengo 31 años, así que hablamos de 14.000 pesetas del año 1993. Desde los 17 me becaron con 32.000, con lo cual para cuando acabé el instituto el Estado había ingresado en mi cuenta 92.000 pesetas contantes y sonantes.
Entré en la Universidad y también tuve becas, nunca tuve que pagar ni una sola matrícula. A una media de, pongamos, 75.000 pesetas por curso, eso hacen 375.000. Además, recibí una beca escolar que, de media, eran unas 150.000 pesetas anuales: 750.000 en los cinco años. En quinto de carrera tuve, además, una beca de colaboración de mi Departamento. Se suponía que era para aprender investigar, pero lo único que me enseñaron fue a cargar carretillas de papel para la fotocopiadora, hacer funcionar la fotocopiadora y cambiar el tóner de la fotocopiadora. Me pagaron 23.000 pesetas al mes, diez meses. Total hasta aquí 1.447.000 pesetas. Unos 8700 euros.
Recibí cuatro becas diferentes para hacer el doctorado. La primera que acepté era de una fundación que me pagaba cuando le parecía oportuno, no me daba recibos del pago y, además, me metió en líos con Hacienda. En cualquier caso, seis meses a 600 euros, 3600 euros. Poco tiempo después recibí otra con patrones que me timaron en menos aspectos. No me contrataron, pero me hicieron firmar dedicación completa. Trabajé para ellos bajo la miserable forma de una beca: di clases, publiqué en revistas, hice estancias de investigación... pero días cotizados, cero. 800 euros al mes, 36 meses, 28.800 euros en total. A eso hay que sumar tres estancias de investigación en prestigiosos centros del extranjero, a digamos 1200 euros de subvención cada una. Esto ya parece el 1, 2, 3... 41.100 euros de todos los españoles. El último año, por fin, los becarios de investigación conseguimos que se nos hiciera un contrato. A la hora de firmarlo, te daban un papelito donde tenías que firmar que renunciabas a tu baja maternal, en caso de quedarte embarazada. Eso sí que son políticas de conciliación y lo demás cuentos. Nos daban, por primera vez, paga extra. Se la llevó Hacienda, pero la sumo igual. Doce meses, catorce pagas, a 1100 euros, 15400 euros, 56.500 en total.
Ahora viene la pirueta. Después de seis años trabajando para la Universidad, había cotizado un año. Cobré el paro y envié currículos. 630, mi madre lo recuerda bien. Durante mis dieciséis años en el mercado laboral español tuve los empleos más diversos además de la Universidad: guía turística para la tercera edad, traductora de manuales deportivos, profe particular, manufacturera -que no diseñadora- de bolsos y abalorios, dobladora de anuncios de radio... Que no se diga que no lo intenté en varios campos.
Lo intenté con todas mis fuerzas. Me agarré a la tierra de Asturias con pies y manos. Estuve un año en el paro, con una carrera, un máster, un doctorado, cuatro idiomas y dispuesta a trabajar de lo que saliese... pero no salió nada. En unos estaba demasiado formada, en otros no daba, literalmente, la talla -hasta para dependienta de tienda de ropa de adolescentes me presenté-, así que decidí emigrar. El camino fuera de Europa no es sencillo: veo a mis padres por Skype, mi presencia empieza a borrarse de los recuerdos de mis amigas -"¿todavía vivías aquí cuando pasó eso?"- y suplico a las alturas que el señor de inmigración no se quede con mi barra de turrón de Suchard y mis latas de bonito en aceite cuando vuelvo, siempre antes de Reyes, a incorporarme a mis clases en una estupenda Universidad de la soleadísima costa estadounidense del Pacífico. Lo más triste es que soy feliz aquí, a pesar de que veo la tristeza inmensa en los ojos de mis padres.
En resumen, España invirtió en mí, directamente, casi diez millones de pesetas, además de la formación universitaria, y ahora lo está aprovechando otro país: un lugar donde me siento un miembro útil y productivo de la sociedad. El problema más grande es que mi caso no es único. De mis quince compañeros del doctorado, solo dos están trabajando en España, en condiciones lamentables, eso sí, en la Universidad. Solo en nosotros, solo en nuestro pequeño rinconcito de la sala de becarios con sus palomas anidadas en una ventana, el Estado español tiró a la basura 130.000.000. Ciento treinta millones de pesetas que estábamos deseando revertir a la sociedad en aquello para lo que nos habíamos formado, pero no nos resulta posible. Trabajamos un tiempo gratis, mucho tiempo sin contrato, muchas más horas que una jornada estándar, sin sanidad, sin derecho a baja maternal, sin derecho a paro y, sobre todo, sin derecho a quejarnos. Porque éramos unos privilegiados, la creme de la creme de la intelectualidad que iba a llevar a España a cotas nunca antes conocidas. Y eso último es lo único cierto. Somos la generación que va a llevar a España a cotas nunca antes conocidas de desesperación, de frustración, de angustia, de parturientas añosas, de abuelos que van a tener que aprender chino o inglés para preguntarle a sus nietos -por skype- de qué color es la bici que piden a los Reyes Magos en casa de los abuelitos y que les va a llegar por correo.
 Esa situación es la que tienen los que están llamados a ser el futuro de España. Yo llevo casi cinco años (hago en enero) pagando religiosamente  mis impuestos, creo que debería tener algo de voz para decidir en qué se gastan y hay dos cosas que me parecen fundamentales: sanidad y educación.
Pero esta educación no vale de nada si después el tejido productivo de la sociedad no quiere a estas personas, la pena es que luego se nos hinche el pecho de satisfacción cuando los mejores médicos del mundo, o los mejores investigadores son españoles, trabajando en Estados Unidos por supuesto, aquí la ciencia "no se lleva" y por supuesto este gobierno no hace más que recortar el I+D, que eso no hace falta para nada.
Incluso hemos tenido un caldo de cultivo increíble con la construcción para investigar en nuevos materiales y técnicas más eficientes y no lo hemos hecho.
En España no hay cultura en I+D y es una pena que grandes cerebros, como mi viejo amigo Jorge, después de años con una educación subvencionada, este dando sus frutos a la universidad canadiense...(y pagando sus impuestos allí) una verdadera pena...

6 comentarios:

isammi dijo...

¿Qué decirte?Que voy a poner en mi última entrada un enlace a ésta entrada si te parece,si te parece.Últimamente estás muy muy prolífico,¿eh?

Jesus dijo...

Es que cada vez más la sociedad da para contar cosillas... digo como Pérez-Reverte, a veces uno se avergüenza de ir por España y le apetecería ir cagandose en la madre de más de uno...

Jorge dijo...

Amén. Y gracias por la parte que me toca ^^

isammi dijo...

Jajajajajaja,me he acordado de ésta entrada tuya...están entrevistando en la radio a la nueva ministra ésta de innovacion,y le preguntan por esto,por qué ésta "fuga de cerebros"... y ella dice que eso no existe,que según las estadisticas, el 93 o 98% (no recuerdo ahora el número exacto)de los doctores ENCUESTADOS está trabajando (en verdad no dice en qué,porque ser doctor no te impide trabajar en el McDonals xD, pero supongo que se refiere en lo suyo), y que hay más doctores que vuelven a España por la mejor oferta y sueldo,que los que se van por las mismas razones...

Y ha seguido dando una burrada de datos que no bajan del 90% de lo guay que es todo, y de que no sabe qué es eso de tener que buscarse la vida en el extranjero...

Por cierto,en verdad nada más que está dando respuestas ambiguas...qué aburrimiento...es hora de ponerme a estudiar,que me espera un puesto superguay de por vida al lado de mi casa,me lo ha prometido ésta señora.
Aunque se pone interesante,están llamando investigadores,becados,etc... jiajiajiajia!

Jesús dijo...

Si es que este gobierno tiene la manía de decir que nos inventamos las cosas... por ejemplo, la crisis es cosa de antipatriotas, el paro es que la gente sigue comprando bmws, la fuga de cerebros los fachas estos investigadores que quieren desequilibrar al gobierno, la negociación con ETA y el caso Faisán es que quieren despistar de la Gurtel... en fin, va a ser que los españoles somos todos fachas y estamos locos, yo pienso que es que nos toman por tontos...

Jesús dijo...

Al hilo de lo que hablábamos ayer Isa y yo...
http://www.20minutos.es/carta/850544/0/fuga/cerebros/cientificos/