Pues eso, que no os he avisado pero he cerrado el blog por Navidad. Felices fiestas a todos.

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias.
) lo que pretenden pues es venderla barata, para que "el amigo" que lo compre lo revenda a su precio real repartiendo beneficios... En fin, ya veis que los controladores son títeres en manos de los socialistas... leed mucho antes de opinar de ellos y como dije en mi anterior post podéis discrepar en las formas, pero creo que nunca en el fondo... esto podría ser prevaricación ...modificación del mercado... especulación a lo burro... (y no la de los bancos) en fin typical socialist7 de junio de 1995El Corte Inglés es el nuevo propietario de Galerías Preciados. La empresa que preside Isidoro Álvarez destinará a esta operación una cantidad global de 82.000 millones de pesetas. Galerías Preciados había sido vendida por el gobierno socialista en 1984 al venezolano Gustavo Cisneros, amigo personal de Felipe González, por 750 millones de pesetas, precio irreal "de amigo", ya que Galerías Preciados es entonces de propiedad estatal, en realidad del PSOE. Tres años después, en 1987, Cisneros vende Galerías Preciados a la inglesa Mountleigh por 30.000 millones de pesetas. Según un exministro venezolano, los beneficios del pelotazo (29.250 millones de pesetas, ahora 175 millones de euros) se repartieron entre Carlos Andrés Pérez (ex presidente socialista de Venezuela), el propio Gustavo Cisneros y el presidente socialista del gobierno español, Felipe González.
"Primero vinieron a por los comunistas,Otra cosa que ha sido una vergüenza es la creación de un estado de alarma, no se había visto desde época de Franco tener que recurrir a las armas y al ejército para obligar a la gente a trabajar (y tampoco a la gente en los comedores de Cáritas llorar....) en fin, creo que este gobierno socialista está más cerca del fascismo que ninguno otro que hayamos visto en España desde el franquismo temprano (hasta el franquismo tardío era más laxo que esto...)
Y yo no hablé porque no era comunista.
Después vinieron a por los judíos,
Y yo no hablé porque no era judío.
Después vinieron a por los católicos,
Y yo no hablé porque era protestante.
Después vinieron a por mí,
Y para entonces, ya no quedaba nadie que hablara por mí."
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Noticia del diario El País 10/11/2010 |
"Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales."sin embargo, la acepción de matrimonio civil (ese que se modificaba) es
"El que se contrae según la ley civil, sin intervención del párroco."Según la ley civil, dos hombres o dos mujeres pueden contraer un matrimonio. Aunque esto atente un poco contra la etimología.
Porque tuve hambre y me diste de comer.
Porque tuve sed y me diste de beber.
Porque estuve enfermo y me visitaste.
Porque tuve frío y me vestiste.Fray Leopoldo pues fue una imagen en la que mirarnos, al final del post contaré alguna anécdota de su vida en torno a alguna de las virtudes que este hombre desarrolló.
Estudié toda mi vida con becas. Eso, dicho así, parece una frase hecha, pero no. Estudié toda mi vida con becas, que significan -entre otras cosas- dinero de todos los contribuyentes. Con 14 años, el estado empezó a pagarme 14.000 pesetas anuales a modo de beca para materiales. Tengo 31 años, así que hablamos de 14.000 pesetas del año 1993. Desde los 17 me becaron con 32.000, con lo cual para cuando acabé el instituto el Estado había ingresado en mi cuenta 92.000 pesetas contantes y sonantes.Esa situación es la que tienen los que están llamados a ser el futuro de España. Yo llevo casi cinco años (hago en enero) pagando religiosamente mis impuestos, creo que debería tener algo de voz para decidir en qué se gastan y hay dos cosas que me parecen fundamentales: sanidad y educación.
Entré en la Universidad y también tuve becas, nunca tuve que pagar ni una sola matrícula. A una media de, pongamos, 75.000 pesetas por curso, eso hacen 375.000. Además, recibí una beca escolar que, de media, eran unas 150.000 pesetas anuales: 750.000 en los cinco años. En quinto de carrera tuve, además, una beca de colaboración de mi Departamento. Se suponía que era para aprender investigar, pero lo único que me enseñaron fue a cargar carretillas de papel para la fotocopiadora, hacer funcionar la fotocopiadora y cambiar el tóner de la fotocopiadora. Me pagaron 23.000 pesetas al mes, diez meses. Total hasta aquí 1.447.000 pesetas. Unos 8700 euros.
Recibí cuatro becas diferentes para hacer el doctorado. La primera que acepté era de una fundación que me pagaba cuando le parecía oportuno, no me daba recibos del pago y, además, me metió en líos con Hacienda. En cualquier caso, seis meses a 600 euros, 3600 euros. Poco tiempo después recibí otra con patrones que me timaron en menos aspectos. No me contrataron, pero me hicieron firmar dedicación completa. Trabajé para ellos bajo la miserable forma de una beca: di clases, publiqué en revistas, hice estancias de investigación... pero días cotizados, cero. 800 euros al mes, 36 meses, 28.800 euros en total. A eso hay que sumar tres estancias de investigación en prestigiosos centros del extranjero, a digamos 1200 euros de subvención cada una. Esto ya parece el 1, 2, 3... 41.100 euros de todos los españoles. El último año, por fin, los becarios de investigación conseguimos que se nos hiciera un contrato. A la hora de firmarlo, te daban un papelito donde tenías que firmar que renunciabas a tu baja maternal, en caso de quedarte embarazada. Eso sí que son políticas de conciliación y lo demás cuentos. Nos daban, por primera vez, paga extra. Se la llevó Hacienda, pero la sumo igual. Doce meses, catorce pagas, a 1100 euros, 15400 euros, 56.500 en total.
Ahora viene la pirueta. Después de seis años trabajando para la Universidad, había cotizado un año. Cobré el paro y envié currículos. 630, mi madre lo recuerda bien. Durante mis dieciséis años en el mercado laboral español tuve los empleos más diversos además de la Universidad: guía turística para la tercera edad, traductora de manuales deportivos, profe particular, manufacturera -que no diseñadora- de bolsos y abalorios, dobladora de anuncios de radio... Que no se diga que no lo intenté en varios campos.
Lo intenté con todas mis fuerzas. Me agarré a la tierra de Asturias con pies y manos. Estuve un año en el paro, con una carrera, un máster, un doctorado, cuatro idiomas y dispuesta a trabajar de lo que saliese... pero no salió nada. En unos estaba demasiado formada, en otros no daba, literalmente, la talla -hasta para dependienta de tienda de ropa de adolescentes me presenté-, así que decidí emigrar. El camino fuera de Europa no es sencillo: veo a mis padres por Skype, mi presencia empieza a borrarse de los recuerdos de mis amigas -"¿todavía vivías aquí cuando pasó eso?"- y suplico a las alturas que el señor de inmigración no se quede con mi barra de turrón de Suchard y mis latas de bonito en aceite cuando vuelvo, siempre antes de Reyes, a incorporarme a mis clases en una estupenda Universidad de la soleadísima costa estadounidense del Pacífico. Lo más triste es que soy feliz aquí, a pesar de que veo la tristeza inmensa en los ojos de mis padres.
En resumen, España invirtió en mí, directamente, casi diez millones de pesetas, además de la formación universitaria, y ahora lo está aprovechando otro país: un lugar donde me siento un miembro útil y productivo de la sociedad. El problema más grande es que mi caso no es único. De mis quince compañeros del doctorado, solo dos están trabajando en España, en condiciones lamentables, eso sí, en la Universidad. Solo en nosotros, solo en nuestro pequeño rinconcito de la sala de becarios con sus palomas anidadas en una ventana, el Estado español tiró a la basura 130.000.000. Ciento treinta millones de pesetas que estábamos deseando revertir a la sociedad en aquello para lo que nos habíamos formado, pero no nos resulta posible. Trabajamos un tiempo gratis, mucho tiempo sin contrato, muchas más horas que una jornada estándar, sin sanidad, sin derecho a baja maternal, sin derecho a paro y, sobre todo, sin derecho a quejarnos. Porque éramos unos privilegiados, la creme de la creme de la intelectualidad que iba a llevar a España a cotas nunca antes conocidas. Y eso último es lo único cierto. Somos la generación que va a llevar a España a cotas nunca antes conocidas de desesperación, de frustración, de angustia, de parturientas añosas, de abuelos que van a tener que aprender chino o inglés para preguntarle a sus nietos -por skype- de qué color es la bici que piden a los Reyes Magos en casa de los abuelitos y que les va a llegar por correo.